lunes, 30 de julio de 2012

Segundo pregón: Los pretextos de Maestra Vida.

En principio, Maestra Vida es una salsoteca del barrio Bellavista de Santiago de Chile, tal vez el más antiguo espacio para escuchar y bailar ese género musical hecho por los latinos en New York. Los administradores de “Maestra Vida” se han preocupado por tener una constante cartelera de música en vivo, de salsa y otros ritmos afrocaribeños asociados, sin excluir a otros géneros musicales que no sean tropicales. Se advierte, sin embargo, un claro enfoque “latinoamericano” en las bandas que allí se presentan. Ejemplo: cuesta encontrar música en “Maestra Vida” cantada en idioma anglosajón.

Pese a la mención del espacio, es bueno recordar el origen del nombre de aquel salón de baile. “Maestra Vida” está inspirado en un disco homónimo del cantautor Rubén Blades. Publicado por el sello Fania en 1980, “Maestra Vida” destacó en su tiempo y es recordado aún por ser un LP doble y donde el autor se propuso contar la historia de una familia común a Latinoamerica toda. Para ello inventó una trama familiar, los llenó de personajes que relataban sus vidas y los entremezcló con canciones en clave de salsa. Se estaba, entonces, ante la primera opera hecha en el género salsa.

Cuentan los historiadores de la salsa que en el sello pensaron que Blades se había vuelto loco. Un disco doble, con infinidad de personajes, con demasiado texto y música no hecha esencialmente para el bailador, que es lo que el sentido común y la industria mediática espera de la salsa. Tal vez porque Blades ya había enfrentado un problema similar con la inclusión  del “cuento-canción” Pedro Navaja en el disco “Siembra” (1978), single de más 7 minutos y donde otra vez no se encontraba el clásico llamado salsero a “bailar y gozar”. Pese a lo anterior, “Pedro Navaja” se ganó un sitial dentro del cancionero latinoamericano y “Siembra” fue el disco más vendido dentro de la historia de la salsa. Así que con el precedente del disco anterior, Fania autorizó el lanzamiento al mercado de “Maestra Vida I y II”.

Entonces, los seguidores de Blades escucharon un disco que, en vez de partir con el piano, percusiones latinas y bronces eufóricos, comenzaba a sonar mediante una voz que narraba lo siguiente:
“Una tarde de abril 1975, Quique Quiñones repleto de recuerdos bebía en una de las mesas del barrio. Era hijo de Babá, compadre eterno del legendario sastre Carmelo Da Silva. Hoy, las cervezas y los rones de siempre los comparte Quique con su hijo Calitolito y con Rafael Da Silva, nieto de aquella arrolladora Manuela”.

Cabe agregar que, con este trabajo, Blades conceptualizó su propuesta de recoger historias y personajes en lo que él denominó Folclklore de la Ciudad Latinoamericana, FOCILA, con el cuál se hacía cargo de los dolores, anhelos, delirios y sinsentidos del patio trasero, ese que va desde los suburbios de inmigrantes latinos de Nueva York hasta la Patagonia. Agudo y ambicioso, Blades utilizaba la salsa como plataforma para hablar otras cosas con infinidad de personajes que perfectamente podrían interactuar en un solo relato; contar la delincuencia mediante “Pedro Navaja”, meterse en la prostitución con Juana Mayo, empatizar con la impotencia de la carestía con Adán García, conmoverse con la pasión latina con el cortejo de Carmelo da Silva frente a su amada Manuela…y el acontecimiento dentro de una familia que implica la llegada de un niño con “El Nacimiento de Ramiro” “Es que yo ni sangre puedo darte, me bebí 30 cerveza y una botella de ron, por la emoción de tanta espera”…

Como siempre se agradecerá en toda expresión de sentimientos, como debe ser a toda obra de arte; un subterfugio que comunique a otros espacios de la subjetividad, sin olvidar que el arte siempre será hijo de su tiempo, como hasta ahora lo ha hecho Blades contando sobre América Latina, cantando.

Porque, como dice la obertura de Maestra Vida: “La historia es idéntica a todas las historias de este barrio. Quizás sea la misma. Por eso, como siempre, la música no es más que un pretexto”.

domingo, 24 de junio de 2012

Primer pregón

La música siempre ha dado cuenta, buscándolo o no sus creadores, de un cierto contexto de producción. Guerras, religiones, movimientos sociales, sexuales, raciales, de conciencia. Desde psicodelias, desde la poética beat del rap, desde la trova, desde el descontento infértil del punk. Pulsómetro de presión social, termómetro de temperatura ambiente; siempre manifestación y a menudo materialización de cultura pop, de alcances locales o globales.


La producción musical alrededor del mundo parece haber sido desde siempre prolífica. Y en la época actual parece serlo aún más. El espectro de mezclas posibles con las notas de la escala musical es de orden exponencial y, si a ello agregamos la variedad de instrumentos musicales y “juguetes musicales” disponibles, una simple estimación de la cantidad de melodías que podemos degustar queda fuera de toda posibilidad.


Estas 2 cualidades de la música –su elocuencia y su “prolificidad”- hacen de ella un elemento privilegiado para mirar lo que pasa en el mundo, para observar lo que nos va pasando como sociedades, como países, creo no exagerar si agrego incluso “como especie”.


El rock que estalla en los 50, el pop y la psicodelia comenzando en los 60, el punk que en los 70 manifestaba el pesimismo ligado al efecto de la vida en sociedad sobre la libertad humana...el new wave que aparece luego, con ribetes intelectuales y artísticos, propendiendo a ocupar el lugar del punk pero dando cuenta de una heterogeneidad nueva. ..sin mencionar el apasionante trayecto histórico de sonidos como el góspel, blues, soul, funk, el rap…manifestaciones todas que constituyen documentos sonoros de sus épocas.


La pregunta que me hago es qué ocurre con nuestra época actual. Mi edad me permite recordar con claridad a partir de los 90. En mi memoria aparecen sonidos siempre asociados a algo; programas de televisión, noticias de importancia global, ideologías, destapes, pequeñas grandes revoluciones en algún grupo social, críticas a la política. En síntesis…me parece que la música de los 90 encerraba una gran crítica a las nuevas formas de vida, a un capitalismo ya maduro que marcaba pautas, rutinas y deseos.


En estos 12 años que van del nuevo siglo, sin embargo, no logro identificar en la música manifestaciones de esta naturaleza. Una buena posibilidad es pensar que la descomunal cantidad de música a la que internet da acceso es algo sintomático de la época actual. Que se está produciendo música desde fenómenos cada vez más individuales y por tanto más difíciles de expresar y compartir. No me conforman estas ideas y la pregunta sigue abierta y soberbia.


Una sensata esperanza que albergo es que los actuales movimientos de conciencia que están contagiando al mundo dejen su marca en la música de nuestro tiempo…Nacho Vegas en España lo hizo con Cómo hacer Crack, aludiendo a la crisis económica y social, y Anita Tijoux aquí en Chile sintetizó el sentido del movimiento estudiantil con Shock.